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lunes, 24 de agosto de 2009

Nuevas opciones para la educacion




¿Han pensado Uds . que útil sería para un educador aprender a conocer a sus alumnos a través de el estudio de su letra?


Esto es lo que plantea un artículo de Carla Gonzàles C, en "Punto Vital", donde entrevista a la Grafóloga Silvia Oyarce Pinto, quien además de Orientadora , es también profesora de Química .


Nosotros como profesores a menudo nos encontramos dentro de las salas con un lenguaje no verbal , que se expresa a través de posturas, gestos, movimientos, y sensaciones, que percibimos cuando realizamos las clase . Es reconocida la forma en que el cuerpo expresa lo que siente, y más en los adolescentes que no ocultan nada .
De igual manera la escritura también es base de la personalidad. La forma como un alumno escribe, el tamaño de sus letras , son algunas de las características que permiten conocer cómo es una persona, qué detalles de su vida pueden ser destacados y qué detalles pueden ser estudiados para un mejor desarrollo.


"La grafología nos puede ayudar a dilucidar las cualidades psicológicas de quien las escribe”.

El grafólogo español Vicente Lledó Parres, es quien gracias a sus conocimientos , desarrolló la técnica de la grafoterapia. Según él cada movimiento que se hace en el papel al escribir representa funciones neurofisiológicas, pues cada una ejecutarìa una misión simbólica sobre el papel . Así cada trazo que hacemos al escribir estarìa haciendo sobre el papel lo mismo que nuestros movimientos o respuestas fìsicas o psìquicas harìan en el ambiente que nos rodea.

El presente reportaje fue hecho a una querida amiga mìa , ella es Silvia Oyarce Pinto, quien ha dedicado su vida a la enseñanza e investigaciòn en Orientacion y comprensiòn de la psiquis de nuestros alumnos.


La grafoterapia permite dilucidar los rasgos psicológicos de una persona
La escritura: el reflejo de quiénes somos


Carla González C.



La forma de los grafemas, la morfología del trazado y los gestos gráficos son algunos de los elementos que deben atenderse en la grafoterapia,

“técnica terapéutica diseñada para realizar una reprogramación neuroescritural que permita optimizar ciertos aspectos de la personalidad que obstaculizan el desarrollo personal”.

Es sabido que el cuerpo enuncia un variopinto de sensaciones. No por nada existe la expresión corporal y la comunicación no verbal, ésta última relacionada la mayor parte de las veces con la manifestación de sentimientos y emociones.
De esta misma forma, la escritura también es base de la personalidad.


La manera en cómo se escribe, la forma y tamaño de las letras son algunas de las características que permiten conocer cómo es una persona, qué detalles de su vida pueden ser destacados y qué otros pueden ser trabajados para un mejor desarrollo.
Primero surgió la grafología, término que es definido por la Real Academia Española como el


“arte que pretende averiguar, por las particularidades de la letra, cualidades psicológicas de quien las escribe”.


La grafóloga afirma que la grafoterapia también se encarga de la propia reeducación gráfica para el tratamiento de alteraciones y trastornos en la escritura, resolviendo así problemas de grafomotricidad, condicionantes del retraso escolar y problemas de relación del niño con su entorno.

La grafóloga y perito calígrafo, Sylvia Oyarce Pinto, menciona que el profesional español se basa en la idea de que la mano refleja lo que ocurre a nivel cerebral y de las emociones,

“éstas mueven una serie de circuitos cerebrales y eso es lo que luego refleja la articulación”, explica.


Luego de esta definición, la especialista se interna en el tema de la grafoterapia, “técnica terapéutica diseñada para realizar una reprogramación neuroescritural que permita optimizar ciertos aspectos de la personalidad que obstaculizan el desarrollo personal”.


Así, mediante el trabajo con un grafólogo profesional se logra la corrección de la letra y de esta forma y como explica Oyarce: “a través de la mano se invierte el proceso, es una neuroprogramación”.
“La mano refleja lo que ocurre a nivel emocional”, prosigue la grafóloga, sin embargo, hace hincapié en que esto no significa que haya un cambio en la personalidad del individuo, sino que es parte de estados pasajeros.


Lo que aquí importan son los gestos gráficos y la morfología del trazado: desde dónde parte y termina el trazo, “es como haces la letra”, aclara.

A pesar de que la especialista asevera que lo ideal es escribir en manuscrito, destaca que más que el tipo de letra, lo importante es observar los conflictos conductuales que refleja el escrito.

De esta forma, el entendido en la materia puede armar un programa de sanación el que consistirá en trabajar por una “letra bien hecha”, la que de paso, tratará aquel problema al cual está destinada la labor.


Por un abecedario sano


Mediante la escritura, se puede dilucidar cuáles son los conflictos conductuales que tiene una persona. La forma en que se desprende el trazado dará pie para múltiples connotaciones, una para cada letra.


Sylvia Oyarce comenta que:


“cualquier problema relacionado con la escritura (y su modo de ser representada en el papel), como un manuscrito desordenado, mal organizado, confuso, ilegible o crispado”, además de malas posturas corporales, entre otras, “se pueden y deben corregir, ya que son la señal de una problemática personal importante”, dice.
Para fines didácticos, la perito calígrafo cuenta que el grafema “A” representa nuestro mundo íntimo afectivo.

Cuando está escrita como óvalo y éste presenta un pincho hacia dentro, tiene que ver con una personalidad culposa, con personas a quienes se les hace difícil llevar una relación afectiva sana, asumen responsabilidades que no le corresponden e intentan justificar todas sus acciones.





Con el objetivo de argumentar este ejemplo, la profesional menciona que en una primera instancia se le cuenta a la persona qué es lo que se encontró en su texto.

Luego, se le enseña a adecuar su morfología de trazado, “con un abecedario sano”, de tal forma que el individuo vaya mejorando a través de la caligrafía, su conducta.


A pesar de definir la grafoterapia como una suerte de sanación, Oyarce Pinto advierte que este procedimiento tampoco puede tomarse como la panacea: “no puede sanarlo todo” y comenta que hay quienes afirman que esta técnica puede restablecer enfermedades orgánicas, pero para esta especialista la sanación va más allá de lo físico,
“si pensamos que cada enfermedad es el reflejo de una emoción enferma, en el fondo no estamos corrigiendo la enfermedad, sino la emoción que genera esa patología”, asegura.
Sylvia Oyarce reafirma que esta terapia no cambia la personalidad del individuo, sino que modifica las actitudes negativas que impiden comportarse y moverse de manera natural y adaptada, pues siempre estarán presentes sentimientos como el miedo, las obsesiones, exceso de agresividad, timidez, indecisión, etcétera.


El valor de una firma


Además de las palabras que comúnmente escribimos, está la firma que todos llevamos en nuestra cédula de identidad y que resulta ser – para la grafoterapia – mucho más importante que un texto.

La grafóloga menciona que la rúbrica representa el 50% de nuestra personalidad y todo el resto de letras que plasmamos en el papel, el otro 50%.


“El escrito indica cómo se desenvuelve socialmente el individuo y la firma es la manera de actuar íntima, con los seres queridos, cuando no se está siendo evaluado, durante momentos de relajo, etcétera”.


De esta manera, la firma tendrá diferente significado según su tamaño, extensión, si la persona la coloca a la derecha, centro o izquierda de un papel o si se posiciona cerca o lejos del texto.


La tarea de corrección consiste en ejercitar durante cuatro meses y por alrededor de quince minutos diarios errores como la dirección del renglón y la forma del grafema. “La persona tiene que cambiar su chip interno, es como hacer ejercicio. Hay que ser constante si no, el trabajo será en vano”, advierte.

Algunos aspectos importantes a la hora de analizar un escrito y la información que se obtiene son:

El orden: consiste en evaluar el ordenamiento del texto en la hoja de papel. Se observan los márgenes, la distancia entre renglón y renglón, entre palabra y palabra, entre letra y letra. Este aspecto permite evaluar el grado de claridad mental, orden interno, capacidad de organización y planificación de un sujeto.

El tamaño: las escrituras pueden ser grandes, pequeñas, normales. Este aspecto guarda relación con el nivel de autoestima del sujeto y su forma de gestionar, a nivel macro, mediana escala o global.

La inclinación: las letras pueden ser verticales, inclinadas hacia la derecha o hacia la izquierda. Esto permite ver en qué medida la persona se relaciona con las demás, su grado de apertura emocional.

La dirección del renglón: se vincula con los distintos estados de ánimo, el grado de estabilidad, optimismo, fatiga o depresión que puede experimentar un individuo.

La presión: es la fuerza que un sujeto imprime en la hoja de papel con su elemento de escritura. Su análisis permite evaluar la energía psicofísica de una persona.

La rapidez: nos da cuenta del grado de rapidez o lentitud en las reacciones de un individuo ante las distintas situaciones que se le plantean.

La continuidad: se relaciona con el grado de unión o separación de las letras en las palabras. Ello permite conocer el grado de constancia y regularidad de un individuo en su actividad, vida afectiva y pensamientos.


Aporte realizado por Sylvia Oyarce Pinto.


Reportaje recuperado de :


autorizado por Ana M. (23/08/2009 )

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